Los trabajadores de las dos plantas de Alcoa amenazadas de cierre, Avilés y A Coruña, sometieron ayer a votación en sendas asambleas la ratificación del preacuerdo alcanzado por la comisión negociadora en la madrugada del 15 al 16 de enero, cuando vencía el plazo establecido por la multinacional. Del total de votos emitidos en la fábrica de Avilés, 291, un 91,41% fueron favorables al acuerdo, mientras que en A Coruña el respaldo fue similar: 349 votos emitidos, con un 90,54% positivos.
«Estamos satisfechos con el resultado de nuestra negociación: la gente ha avalado el trabajo que hemos realizado, un trabajo que no ha sido nada fácil», valora Alberto Grijalbo, secretario del comité de empresa de Alcoa-Avilés y secretario general de USO-Alcoa.
La firma del acuerdo es un punto de partida para buscar una continuidad a todo el empleo de las plantas, pero, recuerda Grijalbo: «ahora da comienzo una nueva batalla, la de ejercer la presión suficiente al Gobierno para que nos quite cuanto antes esta espada de Damocles que pesa sobre nosotros desde hace meses. Tenemos claro que este resultado supone un soplo de aire fresco, ya estábamos al borde de la asfixia, pero no podemos cejar en la presión a la parte que debe demostrar ahora ese compromiso que viene declarando desde hace meses y que son las tres administraciones implicadas».
«En el acuerdo han quedado plasmados como responsabilidades lo que hasta ahora eran solo mensajes de apoyo y buenas intenciones. La pelota está en el tejado del Gobierno central y los de Asturias y Galicia. La comisión de negociación hemos hecho nuestro trabajo y hemos conseguido un colchón de seis meses. Han tenido tiempo para conocer el problema y lo tienen para encontrar las soluciones», instiga Raúl Montoya, secretario de Acción Sindical y Salud Laboral de la Federación de Industria de USO.