Un grupo de empresas vascas, ligadas al sector auxiliar del automóvil y a la siderurgia, han intentado hacerse con el control de la compañía Gerdau-Sidenor, que se encuentra en venta desde el pasado mes de octubre. El intento ha resultado fallido. Fuentes de este colectivo señalaron que su propuesta chocó con los intereses económicos de la multinacional brasileña Gerdau, que persigue obtener un ingreso sustancial con la venta de su filial española. «Nuestra oferta económica estaba a años luz de sus pretensiones», indicaron fuentes del grupo interesado.
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Gerdau cuenta con unos 2.250 trabajadores en España y cuenta con 1.500 trabajadores en sus seis factorías de la Comunidad Autonóma Vasca (CAV); la mayoría (900), trabajan en la planta de Basauri. Además, hay otras cinco unidades en Vitoria-Gasteiz, Legutiano, Azkoitia, Soraluze y Legazpi..
Antón Pradera, presidente de Cie Automotive, ha actuado como líder de este grupo de empresarios interesados en tomar el control de Sidenor. Junto a él, al parecer, también figuraban Dámaso Quintana, miembro de la familia Aristrain y responsable de la gestión de su ‘family office’, el grupo Velasco, Gestamp y Tubacex. En síntesis, compañías empresariales que o bien son clientes de Sidenor o actúan habitualmente como proveedores. Para Cie, además, no es una actividad precisamente desconocida. La compañía ya tuvo en el seno de su grupo la empresa de aceros especiales GSB –antes Afora– cuyas instalaciones, precisamente, fueron adquiridas por Sidenor.
Desde el primer momento esta iniciativa local contó con el respaldo decidido del Gobierno vasco y en concreto de la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantza Tapia. El Ejecutivo autonómico está preocupado por el futuro de la empresa – no corren precisamente buenos tiempos para la siderurgia en Euskadi– y tampoco es neutral la futura propiedad del grupo Sidenor. Detrás de la venta subyace la idea de que algún ajuste será necesario realizar en la compañía, porque aunque atraviesa un buen momento de demanda –el 80% de su producción está destinada al sector del automóvil, que vive una época floreciente en Europa– sus márgenes de beneficio son más bien limitados. El Gobierno vasco sabe además que también es preferible que el propietario sea un accionista local, con otros intereses en la zona, porque eso garantiza la proximidad de los centros de decisión de la compañía.
Gerdadu puso en venta su filial española el pasado mes de octubre. La compañía ha visto como las cañas se convierten en lanzas como consecuencia de la crisis económica que ha llegado a Brasil con síntomas similares a los que provocaron en 2008 la recesión en Europa, y con muchas similitudes a lo vivido en España: exceso de endeudamiento asumido en años de bonanza y colapso generalizado, en especial del sector inmobiliario. En el caso brasileño, además, la crisis institucional camina de forma paralela, lo que probablemente se traduce en menos capacidad para actuar de forma decidida en la economía nacional. En este contexto, la banca ha exigido a Gerdau que trate de adelgazar su balance. Esto es, que venda algunos activos que no sean estratégicos para el corazón de su negocio, que obtenga liquidez inmediata y que la dedique a reducir el endeudamiento.
Los bancos tratan de salvar su propia situación para evitar que la crisis que aqueja a la empresa, generada principalmente por el hundimiento de la construcción en el país sudamericano, se convierta en morosidad bancaria y en un roto para la cuenta de resultados de las entidades financieras.
Del resto de cuestiones relativas a la operación de venta de Sidenor apenas se conocen detalles. El proceso está liderado por la división de ‘merchant bank’ del Banco Santander, que es el que ha recibido el encargo por parte de Gerdau de facilitar la venta. También fue el Santander quien gestionó en su día la venta de Sidenor a Gerdau. Es algo así como «yo te la compré, ahora me la vendes». Tan sólo se conoce que entre los candidatos que también han fracasado en el intento figura un grupo industrial sueco y que en la puja permanecen algunos fondos de inversión extranjeros. El proceso, aparentemente, está en su recta final.